Aunque los brezales y algunas plantaciones de pinos las enmascaren, aún son identificables algunas cárcavas de gran tamaño y varios canales irregulares que recorren el talud desde sus cotas más altas hasta el fondo del valle. Estas cárcavas, así como los canales y las zanjas, son los restos de una antigua mina de oro, una de las muchas que los romanos explotaron en León, pero que, por sus particularidades, resulta única.