Los espeleotemas
El agua es capaz de disolver las calizas cuando, al combinarse con el dióxido de carbono de la atmósfera, se acidifica ligeramente. De este modo, reacciona con el carbonato de calcio de las rocas y lo convierte en iones calcio y carbonato, ambos solubles; estos se disuelven en el agua, que se va saturando de forma progresiva. Cuando este agua alcanza una cavidad dentro de las calizas, se dan dos circunstancias: por una parte, se encuentra muy saturada de iones calcio y carbonato, sustraídos de las rocas con las que ha contactado a lo largo de su circulación subterránea; por otra parte, la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera del interior de las cavidades suele ser mucho más baja que en el exterior. En estas condiciones, las reacciones de disolución se invierten y el agua deja de disolver las calizas. Los iones disueltos en el agua vuelven a combinarse entre sí para formar de nuevo carbonato de calcio, que forma pequeños depósitos en las paredes, y a una molécula de dióxido de carbono, que se escapa a la atmósfera de la cavidad. Los depósitos de carbonato de calcio van creciendo progresivamente, hasta que adoptan morfologías muy particulares en función de su ubicación, del flujo de agua, y de otros factores. Las estructuras resultantes reciben el nombre de formaciones de caverna o “espeleotemas”.
