La profunda garganta por la que discurre el río Sil ha sido labrada por el propio río. Dado que vence un muy importante desnivel desde su nacimiento, tiene la energía suficiente para erosionar las rocas de forma intensa, haciendo su cauce cada vez más profundo. Pero antiguamente, el Sil no tenía tanto poder erosivo; de hecho, ni siquiera ocupaba estas tierras. Sin embargo, existió un evento clave que modificó de forma drástica la dinámica del Sil y su capacidad para interactuar con su entorno.