A medida que trascurría el tiempo, la cuenca marina siguió recibiendo aportes de sedimentos, que cubrían los ripples formados con anterioridad. Las corrientes y el oleaje, a su vez, dibujaban más ripples en las nuevas capas de sedimentos. Este proceso se repitió en múltiples ocasiones y el resultado fue que varias capas de sedimentos repletas de ripples quedaron enterradas, lo que permitió que estas estructuras se consolidasen y llegasen a fosilizar.