El agua es incapaz de disolver las calizas, compuestas por carbonato de calcio. Sin embargo, el agua de los arroyos y de las precipitaciones puede combinarse con el dióxido de carbono de la atmósfera; cuando esto ocurre, se forman moléculas de ácido carbónico, una sustancia que, en un medio acuoso, tiene un carácter ligeramente ácido.