La descomposición que afectaba a los fragmentos vegetales podía llegar a ser tan incompleta que, con frecuencia, estos conservaban su morfología original. Por ello, en las cuencas carboníferas los fósiles de plantas son muy habituales, lo que convierte a estos yacimientos en valiosos reservorios de información sobre los seres que habitaron en los bosques carboníferos y las condiciones ambientales a las que estuvieron sometidos.