Tras la orogenia Varisca, gran parte del territorio de la actual península Ibérica ocupó una posición prácticamente ecuatorial, por lo que el clima era relativamente homogéneo y lluvioso. Esto favoreció el crecimiento de grandes bosques en torno a las zonas pantanosas, donde vivían multitud de organismos. Las plantas más frecuentes en estos bosques fueron las licofitas (derecha), los equisetos (centro) y los helechos.