La incisión del Torío en las hoces no puede desvincularse de la evolución de los tramos del río situados por debajo de estas (1). A medida que la erosión actuaba sobre los materiales menos resistentes situados aguas abajo de las hoces, se acentuaba la diferencia de cota existente entre ambos (2). Esto generaba una respuesta inmediata por parte del Torío, que fue encajando su cauce cada vez más en las calizas, en busca de una menor diferencia de cota y, por tanto, de una mayor estabilidad de su cuenca (3).