La abundancia de arcillas en las capas rojizas del yacimiento (es decir, en aquellas en las que ha quedado registrada la fase inicial del yacimiento), favorece que se disgreguen con relativa facilidad. Por eso, esta parte del afloramiento aparece mucho más erosionada que las adyacentes, y por debajo de ella pueden reconocerse numerosos fragmentos de roca y de los fósiles que estas contienen.