En el extremo sur de la hoz del Tueiro, accesible gracias al tramo abandonado de la antigua carretera, se aprecia cómo las duras cuarcitas de la Formación Barrios dan paso, de forma súbita, a unas rocas mucho menos resistentes, muy fáciles de erosionar, que en este punto aparecen cubiertas por escobas y brezos. Se trata de las lutitas negras de la Formación Formigoso, generadas en un fondo marino durante el Silúrico inferior. Algunas capas de esta formación son muy ricas en fósiles de los organismos que vivieron en aquel mar, por lo que resultan muy apropiadas para conocer cómo fueron aquellos ecosistemas. Sin embargo, no existe puente alguno que permita atravesar el río y, de optar por vadearlo, resulta peligroso caminar por las inclinadas laderas donde afloran las lutitas, ya que son muy inestables. Por lo tanto, aunque desde el punto de vista científico sea un yacimiento muy importante, no es recomendable acceder a él, ya que existe un alto riesgo de sufrir un accidente.