El origen de los sedimentos
Durante el periodo Neógeno, la erosión de las montañas cercanas generó grandes cantidades de sedimentos, que fueron transportados por los ríos y depositados en zonas más llanas situadas al pie de la cordillera, como ocurrió en La Cepeda. Estos sedimentos formaron superficies más o menos llanas y moderadamente elevadas, que reciben el nombre de “rañas”. Además, en algunas de las rocas que constituían las montañas donde se generaron estos sedimentos, existían pequeños filoncillos de oro. Los procesos de erosión también disgregaron dichos filoncillos, y las partículas de oro generadas fueron transportadas con el resto de sedimentos. Mucho tiempo después, durante el Cuaternario, los ríos cepedanos fueron encajando sus cauces en aquellos sedimentos. Así surgieron diversos taludes que ofrecían un buen acceso a los sedimentos y, con ellos, al oro que contienen, hecho que los romanos supieron detectar.
