Los dos macizos que delimitan las hoces, el de Fresneda y el de Valporquero, han sido muy afectados por los procesos kársticos. En sus cotas más altas existen grandes áreas permeables por las que el agua se filtra al interior. Estas zonas están repletas de “dolinas”, unas depresiones con forma de embudo que están directamente comunicadas con los conductos que recorren el interior de los macizos. La abundancia de dolinas es tal, que se puede hablar de “campos de dolinas”.