Las rocas de Valverdín son el testimonio firme de que, en un pasado remoto, la cuenca marina en la que se gestó la cordillera Cantábrica estuvo sometida a una importante actividad volcánica. Existen numerosos ejemplos de este tipo de procesos a lo largo de toda la cordillera, pero pocos son tan gráficos y accesibles como el de Valverdín.