Aunque los canchales son relativamente estables, los bloques que los constituyen pueden mostrar algún tipo de desplazamiento, ya que no están cohesionados entre sí. Tanto la pendiente, aún considerable, como la llegada de nuevos bloques rocosos, pueden provocar deslizamientos. Además, los canchales son medios muy inhóspitos: permanecen cubiertos por la nieve durante largos meses y, en verano, soportan una sequedad extrema. La vida en ellos es difícil, por lo que los seres vivos que los frecuentan deben estar muy bien adaptados a la vida entre las rocas.