Las actividades humanas han jugado un papel determinante en el aspecto de las hoces y en su dinámica. Por ejemplo, la construcción de la carretera provocó cambios en las paredes calizas, hasta el punto de que en varios tramos se eliminaron grandes bloques de roca para permitir el paso de la vía. También se levantaron escolleras en el mismo cauce del Torío, sobre las que se dispuso el basamento de la calzada. Ambas actuaciones modificaron la dinámica de las laderas (favoreciendo los desprendimientos en las cotas más bajas de las mismas) y del río, que vio alterado su cauce.