Tanto los Skolithos como la bioturbación son el resultado de la acción de organismos vivos del pasado, por lo que pueden ser considerados auténticos fósiles, pero… ¿fósiles de qué? Y es que, en efecto, no es posible conocer la especie concreta, ni siquiera el grupo, responsable de su formación. Tan solo se observa ahora una manifestación de la actividad de aquellos seres vivos, no de su cuerpo.
Para designar a este tipo de fósiles se emplea el término “icnofósil”, que engloba cualquier evidencia de la actividad de los organismos del pasado, bien estén relacionados con sus desplazamientos (huellas, rastros), con su alimentación (mordeduras, excavación de galerías), con su reposo (madrigueras, algunas marcas sobre el sedimento como Astropolichnus) o con cualquier otro proceso vital.