Tras recorrer unos pocos kilómetros sobre la superficie de su valle, el arroyo de Valporquero se encajona en una pequeña garganta situada muy próxima a la uvala que acoge el aparcamiento de la cueva. Poco después, abandona la superficie y se sume en el subsuelo, donde, desde hace muchos miles de años, ha disuelto las calizas hasta dar origen a la espectacular cueva de Valporquero.