Los equisetos del Carbonífero son los ancestros de las actuales colas de caballo, aunque por aquel entonces llegaban a alcanzar tamaños muy superiores. Su tallo estaba articulado, es decir, presentaba nudos y entrenudos a intervalos más o menos regulares. En los nudos se insertaban las ramas o, en su caso, las hojas, que, por partir de un punto común, se dice que son “verticiladas”.